Finalizó la pretemporada. Que, a pesar de durar solamente quince días, parece haber arrancado hace más de un año. Interminable por varias razones, la mayoría de ellas vinculadas al sopor que genera una dirigencia cada día más ineficiente, la estadía en Salta estuvo repleta de incidentes.
No por conocidos dejaremos de repasarlos: la amenaza del plantel de no viajar, la ida de siete jugadores cuando Miguel Micó pidió como prioridad que le mantuvieran el material y la desprolija salida de Martín Romagnoli fueron las muestras más claras de un barco a la deriva.
Racing estuvo permanentemente en el centro de la escena deportiva durante todo enero. Caminó por la cornisa del ridículo. Y todavía no salió.
Ante un escenario que se presenta colmado de urgencias, la política dirigencial prioriza los negocios por sobre las necesidades deportivas. Y allí radica la lógica sobre la cual se mueven este tipo de emprendimientos empresariales. No hay tiempo para esperar. Si Matías Sánchez puede ser vendido hoy por 1.500.000 dólares se lo vende. Aunque dentro de un año pueda valer el triple. No hay tiempo. El jugo está ahora y hay que sacarlo. ¿Racing? Se arregla con alambre.
Como decíamos, se fueron siete jugadores. Ninguno descollante. Es sabido que en Racing los Lisandros, Bergessios o Maxis quedaron atrás. Pero completaban un plantel joven y, en algunos casos, (Romagnoli, Claudio López) podrían tener un lugar en el equipo titular. Tal vez el problema no sea quiénes se fueron. Tal vez el tema sea que, a cambio, llegaron dos jugadores (Diego Manicero y Roberto Bonet) con escasa trascendencia y poca competencia reciente.
Hoy por hoy, las ilusiones están puestas en el regreso de Maximiliano Moralez. Y bien que hacen esas ilusiones, porque sin un jugador como el Enano el fútbol de Racing es Zero (menos que light). Es evidente el compromiso de los futbolistas, quienes demostraron tener las ganas de sacar esto adelante. También lo es el trabajo del cuerpo técnico: se vislumbra un mayor orden y más prolijidad a la hora de jugar. Pero el desequilibrio que puede dar un jugador ofensivo es algo que no se logra ni con todo el trabajo del mundo. Se lo tiene o no se lo tiene. En ese contexto, la llegada de Maxi se torna urgente. Con él, Racing tendría la cuota de imaginación y repentización necesaria. Sin él se limita a los pelotazos y presenta a la garra como su único valor a la hora de ir hacia adelante.
La base con la que cuenta Micó no es despreciable: Hilario Navarro demostró su jerarquía y sigue creciendo. Marcos Cáceres tiene pasta de central, se afirmó y es clave en una defensa joven. Claudio Yacob cuenta con presencia y fúbol. Y Facundo Sava es líder, además de generar mucho respeto en las defensas contrarias. Moralez es un jugador distinto, capaz de ganar partidos por sí solo y seguramente potenciaría a Navia, a Fileppi...
Luego restaría trabajar mucho con los laterales. Y limitar sus responsabilidades. Diego Menghi y Gonzalo García (sobre todo este último) son oscuros futbolistas. Deberían dedicarse sólo a defender, de la mejor manera posible. La recuperación de Franco Sosa es importante en ese sentido y la llegada de un recambio en el sector también.
Falta poco para el 9 de febrero. Racing debe sacar al menos entre 25 y 28 puntos para zafar raspando. Por el pobre nivel del fútbol local no es un objetivo inalcanzable. Siempre y cuando se entienda que los jugadores deben preocuparse sólo por entrenar, los entrenadores por dirigir y los hinchas por alentar. Podremos ocuparnos de lo nuestro recién cuando logremos liberar nuestras manos, ocupadas en cortar clavos.
martes, 29 de enero de 2008
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